Fue mi primera casa de viviendas entre medianeras. EI solar era difícil: 20 metros de fachada por más de 60 de fondo con la gran ventaja, sin embargo, de que el lindero del fondo se asomaba al Jardín Botánico, con orientación a mediodía. hecho que significa que los pisos interiores no quedaran devaluados con relación a los de la calle de Espalter y tuvieran muy buena aceptación. Otro problema era el tratamiento del portal, ya que había que llegar hasta una escalera situada a más de 40 metros de la calle. Había que evitar esos recorridos tenebrosos de algunas casas. Para ello se creó un amplio anteportal o zaguán, desde el que se accede a dos portales; y así, lo que podría haber sido una desventaja se transformó en un agradable juego de espacios. El ladrillo empleado fue de un tejar próximo a Vicálvaro, tan tosco que nunca se había utilizado para fábricas vistas. Sin embargo, era bellísimo de color y textura; lo seguí utilizando desde entonces hasta que unos años más tarde desapareció el tejar. Lo empleé por última vez en la casa de Begoña y Antonio Ortiz Echagüe. La fachada del Botánico tiene el atractivo de la naturalidad; es una fachada que se quiebra con despreocupación, siguiendo las necesidades de la planta y buscando las orientaciones y las vistas en la misma manera que lo hace la Arquitectura popular de nuestras viejas ciudades cuando se asoma al borde de las cortaduras y los riscos buscando un sitio al sol. Es una Arquitectura hecha para ser vivida y tiene por ello ese atractivo de lo natural, al que contribuyen las plantas y los toldos de lona blanca.
Julio Cano Lasso