Viviendas calle Basílica Madrid 1966

En colaboración con Alejandro Blond y Alfonso García Noreña

Es en este conjunto de viviendas donde se percibe por primera vez con claridad la intención de realizar una Arquitectura racionalista basada en el empleo del ladrillo y en la contención formal; muy fuerte en su sencillez, porque es en la desnudez, la soledad y el equilibrio donde las más tremendas energías pueden encontrarse. Imaginamos como un gran bloque monolítico de arcilla cocida, labrado a cincel.Algunos edificios de Madrid, como en la Ciudad Universitaria la Facultad de Ciencias, el Hospital Clínico y la Central de Calefacción, marcaban, al final de la década de los veinte, el camino de un racionalismo en ladrillo que no había tenido continuadores. La Casa de las Flores, de la misma época, y el conjunto de viviendas de Gutiérrez Soto, en la calle de Miguel Ángel, algo posterior, aunque con distintos matices, también están en esa misma línea y fueron los dos polos de referencia más directa en el desarrollo de la obra de la calle de la Basílica.La composición es un diagrama de fácil lectura en el que los distintos usos del programa se exponen con claridad: cada vivienda a su vez se identifica por la proyección al exterior de cuarto de estar y la serie rítmica de las ventanas en los dormitorios. Composición marcadamente cubista, de grandes planos diedros y aristas, en toda su crudeza geométrica y abstracta reforzada por la unidad total del material, en una textura continua. En estas composiciones, tan esquemáticas y desnudas, la relación hueco-macizo es de importancia primordial. Existe correspondencia entre la sencillez de las formas las soluciones constructivas empleadas; lo reducido del presupuesto así lo exige.

El problema urbano

El proyecto ocupa media manzana de las del ensanche de Madrid, prolongación del trazado de Castro más allá de las Rondas.Castro proponía en su proyecto una densidad a razón de 40 m2 por habitante, equivalente a 250 habitantes por hectárea. Tan moderada densidad venía justificada por razones higiénicas (entonces de cada 1.000 madrileños morían más de 36 por año). El tráfico, sin embargo, en aquellos tiempos no era problema ni se previene como tal en el futuro.EL Plan Castro se fue desvirtuando en su intención con densidades cada vez más altas y la ocupación de los patios de manzana, hasta el punto de que con las Ordenanzas en vigor se pueden edificar unas 300 viviendas por manzana, lo que equivale a una densidad cuatro veces mayor de la prevista por Castro. Hoy la higiene ha dejado de ser un problema grave, pero las consecuencias de la densidad desde el punto de vista del tráfico pueden evaluarse por el dato de que, con el indice actual de motorización de Madrid, a esa densidad corresponden más de 300 automóviles por hectárea, y a cada automóvil, escasamente 7 m2 de calzada.Cada manzana tiene alrededor de 12.000 m2, de los que 3.500 están destinados a patio de manzana; si éstos se utilizaran como espacios semipúblicos ajardinados, en comunicación con las calles y enlazados entre sí para formar una red de espacios libres, superpuesta al viario actual, las condiciones de habitabilidad mejorarían grandemente, aun a pesar de una densidad tan exagerada. Con ello, además de conseguirse una importante mejora funcional, la escena urbana se enriquece al aparecer una sucesión de perspectivas interiores y secuencias urbanas muy interesantes. Es decir, con una modificación sencilla de la organización de la manzana, que no haría otra cosa que restituir la intención con la cual fueron concebidas en su origen, y sin necesidad siquiera de modificar las Ordenanzas actuales se podría conseguir una gran mejora en las condiciones de habitabilidad. El campo de nuestra experiencia se reducía a media manzana, lo que sólo permitía indicar un posible camino. Teníamos la esperanza de que por lo menos la otra media manzana en manos de organismos oficiales, completaría el trazado y la experiencia, pero desgraciadamente no ha sido así. Los arquitectos vivimos de espaldas unos a otros y la propiedad suele ser impermeable. Estas ideas se desarrollaron posteriormente en gran escala en el Plan Parcial de Tres Cantos.

Julio Cano Lasso